Eduardo Stupia

  Eduardo Stupia Nace en Buenos Aires 1951 .Los  grafismos de en su obra  van mucho más allá del mero concepto de dibujo ya que su obra posee una impronta pictórica de mucho dinamismo.

Soy muy ordenado para componer aunque no lo parezca.
Empecé a disolver mucho más aquello que se veía. Antes en las tramas, uno se
acercaba y encontraba personajes, situaciones, etc. Hoy te acercás a esa trama y
se disuelve. Antes se constituía. Mis pinturas son para ver de lejos, pero hay algo
que te lleva a acercarte, porque hay zonas internas. Siempre tuve vocación escénica y un interés por la doble mirada.
Trabajo la trama en forma de contrapunto. La idea del tramado es central. Puede
ser de pincelada corta y caligráfica o gestual, de raspado, etc. Para mí el concepto de dibujo era: la línea más pura posible, por ejemplo con plumín, dibujo microscópico o figuración o relato microscópico centimetral y el plano lleno.

Para mí es muy importante la técnica como una herramienta a desarrollar. Es un músculo. Hay que practicarlo. Y hay escalones que ir subiendo. Hay que subir el umbral del recurso. Hay que saltear la seguridad que te da el oficio, la técnica.
Cuando paso al lápiz, a la carbonilla y al grafito no es un salto meramente técnico sino que es un salto conceptual. Un salto poético. Yo podía seguir con la tinta, que era como pertrecharse en lo seguro.
 Paisaje II. Carbonilla, lápiz, grafito y acrílico sobre papel pegado a tela. 0,69 x 0,69 m. 2008.
Porque son materiales con una poética distinta. No se trata de agregar un detallito. Se trata de comenzar a trabajar con otros materiales, pasar del grafito al pastel, al óleo y de ahí inmediatamente al esmalte sintético y de ahí al acrílico y de ahí inmediatamente al color.
 ¿Qué es el dibujo en este momento contemporáneo donde se borran los límites?
 Examinar los límites de una disciplina es sano. Porque cuando se borran los límites no sólo se genera una revelación sino también confusión. El artista tiene que estar entre los límites y la expansión de los límites.

¿A quién admirás?
A Yuyo por supuesto. Admiro mucho a mis colegas artistas, más allá de alguna eventual rivalidad. Admiro a los artistas comprometidos con la obra. Por ejemplo Pablo Siquier, Juan Astica. Admiro mucho a la gente anónima que trabaja.
Veo todas las carpetas que nos llegan a La Línea piensa. Me gusta la vocación anónima de trabajar en un área que puede no darte nada a cambio. La proporción de devolución con respecto a la proporción de inversión, en cantidad de gente, esfuerzo, sacrificio, ilusión es
despareja. Lo que se invierte en el campo artístico y lo que uno recibe es muy desparejo. Y hay gente que invierte mucho y no recibe nada.
Yo en esto tuve mucha suerte  (leer entrevista  aqui)

 ¿Cómo ve el mercado del arte?
-Aparecieron más coleccionistas que no sólo compran artistas sino que compran una idea del arte. Podría decirse, un modo de hacer arte. Por otro lado creo que, en el fondo, el comprador medio argentino desconfía del valor intrínseco de la obra de arte. Más allá del precio que paga, desconfía de que eso que va a comprar tenga efectivamente un valor trascendente. El mercado argentino carece de hipótesis de futuro. Cuando yo vendía dibujos en la década del 80, la duda de la gente era si eso se iba a valorizar. Lo que a mí me parecía una pregunta incómoda en los 80, era una pregunta pertinente porque de algún modo el comprador se estaba planteando una hipótesis de futuro, y compraba teniendo en cuenta esa presunción. Hoy nadie pregunta eso. Compran por hedonismo: por el placer de tener la pieza. Me parece bien, pero creo que a eso habría que sumarle el valor de la fe en que esa colección es un modelo de proyección a futuro del arte que se está haciendo hoy. El mercado argentino piensa sólo en el aquí y ahora. Carece, para decirlo burdamente, de una hipótesis de inversión que no sea solamente la inversión en cuanto al precio. Y eso lo define: no hay mercado sin hipótesis de futuro.(Participa Bienal de San Pablo 2012)

Comentarios